La primavera invita a dejar atrás la pesadez del invierno y abrir paso a la frescura y el color. Es la estación ideal para ventilar, reorganizar y sumar elementos naturales que aporten vida al hogar.
Los textiles livianos —como el lino o el algodón— son aliados perfectos para reemplazar cortinas gruesas, mantas o fundas de sofá. En cuanto a la paleta, predominan los tonos pasteles, los verdes suaves y los detalles florales, que transmiten ligereza y optimismo.
Un consejo infalible: incorporar flores frescas o plantas de interior. No solo purifican el aire, sino que también aportan textura y un toque orgánico al ambiente. Además, un pequeño cambio como renovar los cojines, agregar una alfombra liviana o reorganizar los muebles para ganar luz natural puede marcar una gran diferencia.
Con la llegada del calor, los espacios deben sentirse livianos, ventilados y luminosos. En esta época, menos es más: reducir los elementos decorativos y optar por líneas simples ayuda a mantener una sensación de amplitud y orden visual.
Los colores claros —blancos, beige, azules y verdes agua— generan frescura y reflejan la luz natural. También es buen momento para sumar materiales naturales como el ratán, el yute o el mimbre, que aportan textura sin recargar. Las cortinas translúcidas permiten que entre la luz, mientras que las plantas tropicales (como la monstera o el ficus) refuerzan la sensación de verano.
Un tip útil: aprovechar las terrazas, balcones o patios. Con algunas guirnaldas de luces, almohadones impermeables y una pequeña mesa, se pueden crear rincones ideales para relajarse o compartir con amigos.
El otoño marca la transición hacia temperaturas más frías y días más cortos, por lo que el objetivo es generar ambientes cálidos y acogedores. En esta etapa, predominan los tonos tierra, mostaza, terracota y ocre, que evocan la naturaleza otoñal y aportan profundidad visual.
Los textiles vuelven a ganar protagonismo: mantas de lana, alfombras mullidas y cortinas más pesadas ayudan a conservar el calor y aportar textura. También se pueden incorporar velas, luces cálidas y detalles en madera para reforzar la sensación de refugio.
Un buen consejo es jugar con la iluminación: reemplazar luces blancas por bombillas cálidas o colocar lámparas de pie que generen rincones de lectura o relax. De esta manera, el hogar se convierte en un espacio que invita al descanso y la introspección.
Durante el invierno, el hogar se transforma en un refugio. La prioridad está en crear ambientes abrigados, confortables y sensorialmente agradables. Las mantas, cojines de pelo sintético, alfombras gruesas y tapizados en tonos profundos —como azul noche, borgoña o verde oscuro— aportan una sensación envolvente y elegante.
Las velas aromáticas, los tejidos de punto y los detalles metálicos (como lámparas doradas o cobrizas) también contribuyen a una atmósfera cálida. Además, se puede aprovechar esta época para reorganizar el mobiliario y acercar los puntos de reunión al calor de una estufa o chimenea.
Un toque distintivo es incorporar luz ambiental con lámparas de mesa o tiras LED detrás de muebles o cuadros: aportan calidez visual y transforman cualquier rincón.